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El Blog de Daniel Higa Alquicira

Relojes inteligentes, la nueva arma para detectar Covid-19

Relojes inteligentes, la nueva arma para detectar Covid-19

La tecnología digital y los algoritmos pueden ser muy útiles para detectar Covid-19 a través de los famosos relojes inteligentes, que han tienen una influencia directa en la vida cotidiana de las personas ya que estos gadgets además de ser  los "rastreadores de actividad física", recopilan una cantidad tal de datos que incluso pueden usarse para diagnosticar esta nueva enfermedad antes de que aparezcan los síntomas.

Varios estudios en este sentido, publicó la revista Ieee Spectrum, están buscando algoritmos capaces de explotar el monitoreo continuo de parámetros como la frecuencia cardíaca, la actividad física, y en los últimos modelos también la oxigenación sanguínea.

Entre los primeros en desarrollar un sistema predictivo se encontraban los investigadores de Scripps Research, quienes desarrollaron una aplicación llamada MyDataHelps como parte de un estudio que monitorea los cambios en el sueño, el nivel de actividad y el ritmo cardíaco.

Incluso Fitbit, que produce una de las empresas de fitness más utilizadas, está desarrollando un algoritmo que detecta Covid-19 antes de que aparezcan los síntomas.

Stanford busca reducir la propagación del virus 

La Universidad de Stanford, por otro lado, ha desarrollado un sistema de alerta que funciona con cualquier dispositivo portátil. El algoritmo registra cambios de parámetros "sospechosos" y emite una advertencia que puede ser "amarilla" o "roja" para el usuario.

"Este tipo de sistemas pueden reducir la transmisión del virus -afirmó Michael Snyder, responsable del proyecto, que ya produjo un estudio publicado por Nature Biomedical Engineering-. En el 70% de los casos puede indicar una infección antes que los métodos tradicionales".

Recopilación de datos

Este y otros proyectos, como el que está estudiando parte de la Universidad de Duke, se basan en la observación de que la inflamación, como las causadas por una infección, se reflejan antes que todo sobre algunos parámetros del cuerpo. En caso de problemas respiratorios por ejemplo el ritmo cardíaco se acelera.

Más que un sistema que por sí solo hace el diagnóstico, que es difícil de validar, explica Jessylin Dunn de la Universidad de Duke, es posible obtener una "señal de alarma" que puede ayudar al médico a hacer un diagnóstico. Los beneficios podrían ir más allá de Covid, explicó la experta.

"Lo que estamos aprendiendo del Covid al usar estos dispositivos portátiles puede traducirse en el futuro en un impacto sobre otras condiciones y enfermedades. Lo importante es recopilar una gran cantidad de datos sobre las personas que padecen determinadas enfermedades, que puedan hacernos distinguir, por ejemplo, entre diabetes y enfermedades respiratorias".

Incluso en este caso, están los que ya hay quienes están trabajando. El Monte Sinaí Health System, por ejemplo, está desarrollando un algoritmo que predice la inflamación intestinal, desde la colitis ulcerosa hasta la enfermedad de Crohn, nuevamente gracias a los dispositivos portátiles.

Falta de olfato, una buena señal

Pero no todo se centra en los algoritmos y el big data, también hay señales y síntomas físicos que ahora dan un poco de luz a los investigadores, como por ejemplo la pérdida de olfato, que parece que no solo es uno de los factores de diagnóstico temprano del Covid-19, sino que también es una señal de buen pronóstico de la enfermedad, según una investigación científica llevada a cabo en España.

"Posiblemente, la invasión del epitelio nasal hace que se active una inmunidad adecuada evitando las tormentas de citoquinas", señala una investigación internacional liderada por científicos de la Universidad Complutense y el Hospital Clínico San Carlos de Madrid.

Los investigadores han corroborado que aunque su origen es todavía un misterio, la anosmia -pérdida de olfato- puede actuar como factor de buen pronóstico de la enfermedad. El estudio también determina que las disfunciones olfativas y gustativas son más frecuentes en mujeres (12,41% frente a 8,67%), en menores de 65 años y en pacientes con patologías de riñón, pulmón, corazón, neurológicas u oncológicas. (ANSA).

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