La ayuda mafiosa en tiempos del coronavirus

Para nadie es un secreto la fuerza y el poder que tiene la mafia en algunos países, donde se han convertido en estructuras paralelas que en mucho sentido dan soporte al sistema, ya sea con la corrupción que generan o porque ocupan los espacios que los gobiernos han dejado olvidados en el plano social.

La mafia italiana y los cárteles mexicanos son conocidos en todo el mundo. Han alcanzado tal poder, que cuando se enfrentan al sistema han generado una derrama terrible de sangre,  desestabilizando gobiernos completos y su fama –buena o mala- crece con cada acción que realizan.

La pandemia del coronavirus ha trastocado el “statu quo” en muchos sentidos. Si bien el sistema había podido maquillar los desastres sociales que se generaron y acumularon desde al menos la crisis económica del 2008-2009, la COVID-19 les llegó de manera sorpresiva y arruinó el escenario político-financiero a nivel mundial.

Daños irreversibles

En el plano macroeconómico, los pronósticos son desastrosos para un futuro inmediato. En la cuestión social esto puede ser un escenario de pesadilla de niveles apocalípticos. Si bien la situación era ya muy complicada para algunos sectores históricamente olvidados, esto se puede expandir a otros grupos, especialmente la clase media que junto con las pequeñas y medianas empresas mantienen caminando la economía del país.

El hecho de que las estructuras sanitarias de todos los países colapsaran –sin importar su nivel de desarrollo-, no fue más que el resultado de políticas que privilegiaron al mercado en lugar de la sociedad, por eso ahora los ministros de Salud del G20 reconocieron que la “pandemia de COVID-19 ha resaltado las debilidades sistémicas en los sistemas de salud”.

“También ha mostrado vulnerabilidades en la capacidad de la comunidad global para prevenir y responder a las amenazas de pandemia”, señalaron los expertos en un comunicado.

Esto tiene un costo terrible y ahora conocemos sus consecuencias, pero lo peor de todo, es que los gobiernos no tienen los recursos suficientes para superar la crisis y proteger a aquellos que prácticamente no tienen nada o que se pueden quedar sin nada.

La mafia siempre aprovecha

Y si la ayuda no viene de las instituciones públicas, entonces los grupos criminales se ocupan de atender las necesidades de las personas. “La mafia solo espera eso, una crisis”, aseguró Roberto Saviano, escritor y experto en temas del crimen organizado en Italia.

En ciudades del sur italiano como Campania, Puglia, Calabria, Sicilia y Nápoles; grupos como la famosa Cosa Nostra y la Camorra, han tomado un papel relevante en la ayuda social, ya que reparten comida a los grupos más desprotegidos, pero los expertos suponen que también ofrecerán créditos a los pequeños comercios para poder reabrir luego de la cuarentena.

“Si el estado no interviene pronto para ayudar a estas familias, la mafia proveerá sus servicios, imponiendo el control sobre las vidas de las personas”, afirma Nicola Gratteri, investigador para combatir a la mafia en la oficina del fiscal de Catanzaro.

Esto implica que los grupos criminales se ganan los favores de la gente, con la amenaza de que es probable que se los cobrarán de alguna u otra manera, aumentando su influenza social y el control de los territorios.

En México, las cosas no son diferentes. Las imágenes más famosas son las relacionadas a las despensas que se reparten en algunas áreas marginadas de Guadalajara con la leyenda “Chapo 701”, una marca de ropa lanzada al mercado por la hija del capo Alejandrina Guzmán.

De acuerdo a Julio Campos, presidente de esta empresa instituida legalmente pero con el estigma del narcotráfico, han repartido cerca de 500 despensas principalmente a adultos mayores, ya que considera el directivo, “es algo que como seres humanos debemos de aportar, si algo nos duele como sociedad es la descomposición social, y esta es una acción que nos debe generar la incertidumbre de que en algún lado sí hay quien quiera apoyar y quien quiera ayudar”.

Cárteles mexicanos realizan labor social

Pero en otros estados del país, las cosas son peores, ya que son los propios cárteles los que han repartido despensas y alimentos a las comunidades más necesitadas. En la región de Tierra Caliente de Guerrero y el sur del Estado de México, la Familia Michoacana ya ha comenzado con “su labor social”.

En zonas marginales cercanas al Río Coatzacoalcos, Veracruz, células de Los Zetas también reparten alimentos en bolsas que llevan su logotipo; mientras que grupos armados del Cártel del Golfo, entregan apoyos similares en Ciudad Victoria y Matamoros. En Sinaloa, gente de “Los Chapitos” –los hijos de “El Chapo” Guzmán-, imponen toque de queda en Culiacán para evitar contagios de coronavirus y castigan a las personas que no cumplen con esta orden.

Esto es una muestra de que los cárteles en México y la mafia italiana, juegan un papel fundamental en el devenir de algunas regiones donde no solo operan y tiene un nivel muy alto de influencia, sino que se han convertido en proveedores de bienes y servicios que los gobiernos no ha podido dar.

Más allá de la actividad criminal y la violencia que generan, es necesario ver este fenómeno desde una perspectiva socioeconómica y cultural, ya que en algunas regiones del norte de México, los narcotraficantes son un modelo a seguir, son idolatrados por los jóvenes y son el ejemplo de cómo salir de la miseria y el hambre cuando hay muy pocas maneras de hacerlo de manera legal. Una dura realidad poco entendible para muchos…